por Tom Laffay /

julio 2020 /

Crónicas /

En este artículo, el cineasta estadounidense Tom Laffay, cuyo cortometraje inspirador “Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza” se estrenó recientemente en The New Yorker, nos lleva al interior de su proyecto cinematográfico a largo plazo con el pueblo Siona de Putumayo.

Las amenazas que enfrentan las comunidades indígenas que viven a lo largo de la frontera de Colombia y Ecuador, como los Siona de Putumayo, son únicas y complejas. Además de las industrias extractivas que invaden la mayor parte de la cuenca amazónica, estas comunidades viven en medio de la violencia a raíz del conflicto armado y del narcotráfico. Siendo Colombia el país más peligroso del mundo tanto para los defensores indígenas como para los activistas por los derechos humanos, abogados o cineastas que los apoyan y acompañan, muy pocas historias de la región llegan a una audiencia internacional.

Nosotros, desde Amazon Frontlines, nos hemos inspirado en el pueblo Siona desde el primer día que bajamos de la canoa en las riberas del río Putumayo a su territorio hace muchos años. Esperamos que su historia crítica sirva para inspirar a otros.

 

“Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza”, una película dirigida por Tom Laffay por The New Yorker y apoyada por The Pulitzer Center, 2020

Texto de Tom Laffay

“El tigre quitó su piel lentamente, enseñando sus entrañas, había una mancha negra dentro de él. Estaba triste” Taita Pablo Maniguaje, un sabio chamán siona, traduce la visión: “Mi pueblo está en peligro”

Como cineasta, se trata tanto de escuchar como de mirar. Si has pasado algún tiempo en la Amazonía probablemente puedes recordar ciertos sonidos con claridad. El trinar de los pájaros, los monos aulladores, las cigarras y las ramas que caen, la lluvia que fluye intermitentemente todo día, el flujo de cantidades incalculables de agua alrededor. En el territorio indígena siona, a lo largo del río Putumayo entre Colombia y Ecuador, escuchas canciones que han sido cantadas por milenios. Cantos que son poderosos, pero delicados, rítmicos y deliberados. Estos son cantados en una ceremonia de Yagé (Ayahuasca), una antigua práctica de búsqueda de visión guiada por los líderes espirituales de los siona o Taitas. Y en la oscuridad, escuchando la lluvia caer del cielo del Putumayo, tu mente divaga y se asienta, como si estuvieras siguiendo al Taita Pablo por un camino de la selva, hasta su realidad, hasta la historia: pasada, presente y futura.

Por miles de años, los siona han cantado a lo largo de la noche para calmar las lluvias, pedir abundante caza, proteger a los guerreros jóvenes y hablar con los muertos. Ahora, estas canciones están siendo quebradas. Otros sonidos perforan la noche. Un intercambio de armas de fuego o el redoble mecánico de una plataforma petrolífera palpitando a través de la selva alteran el espacio sagrado de la ceremonia. Durante un ritual purificador de la mañana, mientras el sol se filtra a través de las hojas y la selva se despierta, la estridente frecuencia magnética de un detector de minas se mezcla incómodamente con el mundo natural. “Las FARC comenzaron a plantar minas antipersonales dentro del resguardo, donde las familias fueron confinadas y desplazadas. Quiero que el resto del mundo comprenda nuestra situación como líderes indígenas, por reclamar, por exigir ya somos señalados, ya somos desaparecidos. Pero si no tenemos el territorio y no lo queremos, no somos zio bain (siona)”, dice Adiela Mera Paz, la joven líder presentada en la película de The New Yorker,‘Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza’.

La líder Siona, Adiela Mera Paz, graba un área sospechosa de contaminación por minas como parte de su trabajo para la Campaña Colombiana contra las Minas en el territorio de Siona en diciembre de 2019. Una foto de “Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza”, una película dirigida por Tom Laffay por The New Yorker y apoyada por The Pulitzer Center, 2020

Los siona viven en la entrada noroeste de la Amazonía. “Cuando uno anda por el territorio Siona siente exactamente qué dicen los abuelos que todo eso es vida. Todo tiene vida, un árbol, una hoja, hasta la más pequeñita. Nuestros abuelos nos guían y nos enseñan cuál es la importancia; y el deber de nosotros como zio bain es cuidar y proteger el territorio”, dice Adiela. Su verdadero nombre es Zio bain (en su propia lengua mai´cocá) significa “pueblo del Yagé”, la planta medicinal comúnmente conocida por su nombre en kichwa, Ayahuasca, que significa “liana de los espíritus”. El Yagé es la fuerza guía de los siona y se consume religiosamente en las ceremonias por los Taitas o mayores espirituales, para determinar el camino que su pueblo debe seguir. Es un canal –una ventana hacia el mundo de los espíritus y un maestro que los instruye acerca de cómo vivir bien– que permite a sus ancestros ser guiados por “gente invisible” – guardianes espirituales de la selva y el cielo. Como dice Adiela: “Nuestros abuelos nos han indicado que proviene de una planta sagrada que dicen que es un cabello que viene de dios. [El Yagé] es lo más sagrado que tenemos como pueblo siona. Esto es de mucho aprendizaje, para ser guiados y realizar todos nuestros propósitos”.

Ceremonia de Yagé en territorio ancestral de Siona, Putumayo, Colombia. Una foto de “Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza”, una película dirigida por Tom Laffay por The New Yorker y apoyada por The Pulitzer Center, 2020

En 2009, la nación Zio Bain (siona) fue declarada por la Corte Constitucional de Colombia “en riesgo de extinción física y cultural debido al conflicto armado”, desplazamiento y la presencia de minas antipersonales, junto a otras 33 naciones indígenas que habitan en Colombia. Trece años después, los siona atraviesan su mejor momento organizativo desde que su población comenzó a disminuir a mediados de 1900, y están implementando una atrevida estrategia de defensa territorial. Trabajando junto a Amazon Frontlines y otras organizaciones de derechos humanos están sentando un precedente para las otras nacionalidades indígenas, quienes están aprendiendo de los siona de las técnicas de organización e incidencia con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Mario Erazo Yaguaje, Coordinador Territorial del Resguardo de Buenavista de los siona, aceptando su responsabilidad, dice: “Somos como un ejército espiritual de mucha humildad, que trasciende hacia lo visible”.

Una vista sobre el río Putumayo a lo largo de la frontera entre Ecuador y Colombia. Una foto de “Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza”, una película dirigida por Tom Laffay por The New Yorker y apoyada por The Pulitzer Center, 2020Una vista sobre el río Putumayo a lo largo de la frontera entre Ecuador y Colombia. Una foto de “Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza”, una película dirigida por Tom Laffay por The New Yorker y apoyada por The Pulitzer Center, 2020

A pesar de una negociación en 2016 entre las FARC y el gobierno colombiano, el país no está en paz. En ningún lugar, es esto más visible que, tal vez, en el departamento de Putumayo, donde los siona han vivido por milenios. Confrontaciones armadas a menudo se suceden dentro o alrededor del territorio siona, dejando las casas acribilladas con agujeros de balas de alto calibre, animales sacrificados y, en algunos casos, miembros de la comunidad siona asesinados. Órdenes judiciales, investigaciones de derechos humanos y reportajes periodísticos serios han sido completamente ignorados por las compañías petroleras que operan cerca del territorio siona, lo cual exacerba los riesgos de violencia por parte de actores armados y amenaza seriamente las vías fluviales, la vida silvestre y la cultura de la que los siona dependen y sobre la que construyen su cosmovisión – una comprensión filosófica y espiritual del mundo.

Dedico mi vida a informar sobre cuestiones que creo son importantes y a ser un puente para las historias de Latinoamérica. He vivido en Colombia por casi cuatro años, reportando sobre la violencia en marcha contra líderes sociales civiles, quienes muchas veces pertenecen a comunidades indígenas, durante el problemático proceso de paz del país. En 2018, poco después de trabajar en Ecuador donde había hecho amistad con un miembro de la comunidad siona, mi mamá murió de cáncer. Mi nueva amiga me invitó a tomar yagé con ella en ese momento difícil. La ceremonia fue mi introducción a la espiritualidad del pueblo siona, y fue donde, por casualidad, conocí a Mitch Anderson, fundador de Amazon Frontlines. Mitch me conectó con el equipo legal de Amazon Frontlines que trabajaba con los siona. A través de esa colaboración recién nacida, pasé 6 meses en conversaciones con líderes siona y expertos legales, aprendiendo los problemas que afronta la nación siona. En agosto de 2019, fui invitado por Taita Pablo a realizar un primer viaje para “tomar medicina y conversar” sobre las ventajas de hacer un documental con los siona de manera que puedan contar su historia al mundo Occidental. Después de recibir la bendición de los mayores de los siona, comenzamos una colaboración para contar su historia de identidad y espiritualidad dentro del contexto presente. Es una historia intergeneracional sobre diferentes personas, cada una bregando con sus propios conflictos interiores, mientras pelean para reafirmarse como pilares de su comunidad y defender la cultura siona. El corto publicado en The New Yorker es solo el precursor de un largometraje que estoy produciendo en colaboración con el pueblo siona.

Taita Humberto Piaguaje prepara el yagé para la ceremonia de la noche, territorio ancestral de Siona, Putumayo, Colombia. Una foto de “Siona: Defensores de la Amazonía Bajo Amenaza”, una película dirigida por Tom Laffay por The New Yorker y apoyada por The Pulitzer Center, 2020

Los siona son considerados líderes en la defensa de la Amazonía, una reputación que han ganado mediante la feroz defensa de su cultura espiritual, de la que hay señales en cada faceta de sus estrategias de defensa territorial. “Ellos no juegan según el libro, ellos invierten el guión de los oficiales del gobierno y las compañías de petróleo porque los siona y los Taitas operan en otro plano. Es inspirador, es efectivo y da esperanza a cualquiera que esté a su alrededor”, dijo Brian Parker, abogado que trabaja con Amazon Frontlines. Comunicar la importancia de la cultura y la historia de los pueblos indígenas de la Amazonía desde su propia perspectiva ha sido siempre un mensaje clave de los siona. Y como un joven cineasta con el privilegio de colaborar con los siona, tengo la responsabilidad de comunicar su mensaje a la sociedad Occidental de una manera que atraviese los estereotipos y llegue al corazón de las cosas — a la verdad profunda, trascendente. En palabras de Adiela: “Anhelo y sueño, cuando yo ya este ancianita que haya otras jóvenes que digan ‘estamos defendiendo el territorio’ y este es nuestro legado. Porque sabemos que estamos cultivando el aire, ese aire va servir a un país que de pronto entonces solamente no es para nosotros, es para el mundo”.

En mi casa en Bogotá, en estos tiempos de aislamiento forzado por el Covid-19, no dejo de pensar en los pájaros mochileros que pasan como un enjambre cada tarde volando por la ribera de la comunidad siona de Buenavista, y, en mi ignorancia, no estoy seguro de si están saliendo a cazar o regresando para finalizar el día. De cualquier manera, ellos construyen los nidos más hermosos, que cuelgan con todo su peso en el calor tropical, y protegen a sus residentes en las tardes cuando el viento barre a través del río y se lleva el calor a otro lado. Es entonces cuando nos acomodamos en nuestras hamacas en la casa de Taita Pablo, cuando está oscuro afuera, cuando todo está quieto, cuando el calor se disipa. Él pone una hoja de plátano en el piso, enciende incienso en la escalera de la entrada de la casa, y tampoco estoy seguro si es para dar la bienvenida a alguien o para mantener a alguien afuera. Su canción inicia, en una tonalidad alta al comienzo; me dijo que estaba hablando “con los espíritus de la lluvia esa noche, para limpiar todo en la tierra y preparar una clara noche de visiones para sus discípulos”– unos diez hombres de la Guardia Indígena con los que estábamos bebiendo Yagé. Taita Pablo canta con fuerza, bendiciendo el espacio que ahora es cálido, mientras la energía se arremolina alrededor con los viajes y enseñanzas de todos los hombres reunidos. Me siento recibido con un acogimiento que solo he sentido antes cuando regresaba a casa a la cocina de mi mamá, recibido por mi hermano y hermana con abrazos y la ofrenda y de comida y bebida. Era lo mismo. Me siento en el suelo frente a Taita Pablo. Mario me anima a reconocer lo que el Yagé me ha dado y a agradecer al Taita. Lo hago, y cerramos el pacto de trabajar juntos para contar la historia que los siona quieren contar al mundo. Tengo la esperanza de que el mundo la escuche.

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